domingo, 27 de marzo de 2011

La adolescencia


En la adolescencia:  experimenta cosas diferentes, y el consumo de alcohol y drogas llega a destruir su vida

 
En esta época la mayoría de los jóvenes perfilan sus tendencias grupales, tienen necesidad de fantasear e intelectualizar de modo conciente; a veces tienen crisis como consecuencia lógica de empezar a poner en duda su sistema de valores y creencias.
Se presentan también las crisis de temporalidad, que son en las que el adolescente pierde noción del tiempo en el que vive; en la vivencia de la evolución sexual. De la misma manera, los adolescentes fomentan actitudes sociales reivindicatorias, desafían los sistemas autoritarios, se separan progresivamente de los padres y viven constantes fluctuaciones de amor y de su estado anímico.
Es en la adolescencia, cuando el joven tiene que aprender a “elegir” y asumir la responsabilidad de los errores y aciertos de sus elecciones; esto no es tarea fácil, porque comienza su inmersión social sin la mediación y el “colchón” de la familia como cuando era niño.
De cara a la sociedad, el incipiente adulto adquiere responsabilidades y cargas para los que muchas veces no está preparado, tiene que empezar a ejercer derechos nuevos, como el de la libre elección; es en ese punto donde el desarrollo normal a veces se perturba, pues elegir implica aceptar una opción pero rechazar otras, es entonces cuando surgen crisis de rebeldía extrema, conductas antisociales y, en el peor de los casos, uso o dependencia de drogas como alcohol, tabaco, heroína, cocaína, marihuana, inhalantes, entre otros, que distorsionan su personalidad y limitan sus capacidades psíquicas, intelectuales, afectivas y sociales.
Según el Maestro en Psicoanálisis Salvador Ortiz Freyre, Profesor en la Facultad de Medicina, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “las drogas reactivan las frustraciones y las tendencias depresivas o paranoicas del adolescente y desencadenan episodios maníacos de alegría desmesurada o de agresividad hacia los otros o hacia ellos mismos; son muy comunes los intentos de suicidio y de mutilaciones, pues la conducta de los adictos es sumamente autodestructiva”.
Muchas veces se confunden las patologías generadas por el consumo de drogas con los síntomas de la adolescencia, por lo que la familia pasa por alto el comportamiento “anormal”, creyéndola transitoria y sin importancia, hasta que al final se convierte en una bola de nieve imposible de detener. Es muy importante no pasar por alto los cambios bruscos en la atención y disciplina que el joven pueda tener en la escuela, estar al pendiente de los estallidos de cólera, de la pérdida del sentido de la responsabilidad, del deterioro en la apariencia y en el cuidado físico. Hay que tener en cuenta la frecuencia de la petición de préstamos de dinero a compañeros y familiares, de los pequeños robos en casa, en la escuela o en el trabajo; la asistencia a lugares que permiten esconderse como baños o sótanos para administrarse la droga. Todas esas son señales de alerta, de focos rojos que los padres pueden detectar si están atentos al adolescente y a sus cambios.
La presencia constante y cercana de la familia, así como una comunicación abierta y fluida en la vida cotidiana de los jóvenes, contribuye a que estos se sientan respaldados en su toma de decisiones, a que no experimenten la soledad ni el sentimiento de segregación que pueden llegar a sentir en la escuela o con los compañeros de su edad por el hecho de ser diferentes en gustos o costumbres. La familia tiene el poder de otorgar el sentimiento de relevancia e importancia a cada uno de sus miembros y con ello, fomentar la seguridad y la autoestima, las cuales propician que el paso a la madurez sea menos agresiva.

2 comentarios:

  1. mi opinión es que lo primero es pedir ayuda
    para que mas adelante no terminen mal






    jaime alvarado ramos

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  2. Vamos Jaime, tratemos los temas a fondo para que nuestras apreciaciones sean más consistentes. Anímate, tú puedes.

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