domingo, 8 de mayo de 2011

Adolescentes que duermen poco y rendimiento escolar.



La mitad de los chicos duerme poco y eso perjudica su rendimiento escolar. Estudio entre 2.500 estudiantes secundarios de varias ciudades.

Lo recomendable es nueve horas, pero apenas alcanzan las siete. El déficit de sueño crece durante el fin de semana, cuando el 83% descansa menos de lo necesario para un buen crecimiento y desarrollo intelectual.

El ciclo de sueño de los adolescentes
La biología dice que son los "bellos durmientes" de la especie, que necesitan dormir por lo menos nueve horas y media -más que cualquier otro ser humano- para hacer procesos vitales para su crecimiento. Pero la misma biología los condena a dormirse más tarde que el resto de los mortales. La melatonina, la hormona que abre la puerta al sueño, les dice "ahora" cuando son las 11 de la noche. Trasnochan naturalmente y artificialmente se despiertan temprano para ir a la escuela ¿El resultado? La mitad de los adolescentes argentinos duermen menos de lo que necesitan y eso provoca un bajo rendimiento en la escuela.
La relación entre el poco dormir y el mal desempeño académico se desprende de varios estudios internacionales y se acaba de comprobar en un estudio hecho en Argentina a nivel nacional y con un cuestionario especialmente ideado para los adolescentes, y que es la primera vez que se usa entre hablahispanos. Científicos de varias disciplinas y de distintas instituciones se unieron para investigar en escuelas porteñas, bonaerenses, de Paraná y Neuquén. En total, respondieron más de 2.500 secundarios y entre los resultados también hubo sorpresas.
Los chicos argentinos acumulan más déficit de sueño que el resto de los estudiados en otros países, indican las cifras. El 83% no llegan a dormir ocho horas durante los fines de semana. "El resultado sorprendió a nuestros colegas de EE.UU.", cuenta Daniel Cardinali, uno de los autores del estudio, investigador superior del Conicet y titular del Departamento de Fisiología de la UBA. "Pocos tienen la vida de fin de semana de los adolescentes argentinos, los estadounidenses recuperan las horas de sueño. Acá no, salen de noche, hacen deportes durante la mañana y la deuda de sueño se perpertúa. Los profesores dicen que los chicos están dormidos durante las primeras horas y esto es preocupante. Si no se tiene individuos con plena capacidad se deteriora aún más el proceso educativo. Lo ideal sería atrasar el horario de inicio de clase o, por lo menos, que las materias más complicadas se enseñen cerca del mediodía".
El estudio también investigó qué es lo que pasa sobre las almohadas de los chicos. Encontró ronquidos y problemas del sueño que también repercuten en el buen dormir y, por lo tanto, en el rendimiento escolar. El 23% ronca y el 11% padece apnea, pausa en la respiración. "Así el sueño se torna aún más deficiente. Comprobamos que estos chicos tienen menores notas promedio en Matemática y Lengua", explicó Daniel Pérez Chada, otro de los autores y jefe de Neumonología del Hospital Austral.
El poco dormir es un problema que debería desvelar a todos, indican los investigadores Santiago Pérez-Lloret; Alejandro Videla; Miguel Bergna; Mariano Fernández-Acquier; Luis Larrateguy; Gustavo Zabert y Christoper Drake. Está demostrado que, en los últimos 40 años, la gente le sacó dos horas a su descanso nocturno. "Muchos adolescentes son diagnosticados por déficit de atención o por hiperactividad y, en realidad, necesitan dormir", agrega Pérez Chada.
"Ellos naturalmente dormirían 9 horas. Pero, en promedio no alcanza 7, al tener que ir a la escuela se levantan antes e interrumpen fases del sueño", sostiene Cardinali. Así afectan al fortalecimiento del sistema inmunológico, a procesos hormonales vitales o al trabajo de la memoria.
Entonces, cómo hacer para que los "zombies" vuelvan a ser "bellos durmientes" cuando, para peor, su reloj biológico atrasa dos horas y, por lo tanto, deberían acostarse más tarde. Los especialistas explican que lo ideal sería levantarse más tarde. Pero como es difícil recomiendan mantener una rutina horaria para irse a la cama. Tampoco mirar tele o navegar por Internet: el reloj biológico se maneja por la luz y las pantallas brillantes pueden confundirlo y provocar más trasnochada. Y probar con una siesta breve. Así, el que madruga puede tener una buen día.

Ritmo propioDiana Baccaro
dbaccaro@clarin.com
No importa dormir poco si el tiempo de insomnio se ocupa en leer un libro, escribir un diario íntimo, hablar con un buen amigo, descubrir el primer amor. Tampoco es justo decir que todos los jóvenes que duermen poco producen menos, ni vincular las notas bajas con la nocturnidad. Hijos de la estimulación tecnológica y formados a la velocidad del chat, los chicos tienen hoy el reloj biológico que los grandes contribuimos a programar. Y mejor que amonestarlos es repensar por qué, por ejemplo, los autorizamos a convertir sus cuartos en verdaderos gabinetes multimedia.

I- "Me duermo en el colectivo"
Juega al rugby de tarde, estudia y chatea de noche. Alejandro Semán, está a punto de cumplir 17 años y repite una constante entre los adolescentes: vivir mientras el resto descansa.
Duerme unas 6 horas por día y jamás recupera el sueño perdido: "Nunca me acuesto antes de la 1 de la madrugada y me levanto a las 7 para ir al colegio", cuenta. "Cuando era más chico recuperaba esas horas durmiendo la siesta, pero ahora si duermo de tarde siento que es tiempo perdido", sigue.
¿Qué hace mientras el resto duerme? "Me gusta estudiar de noche. Hay días en los que también entreno rugby y vuelvo a casa recién a las 10 de la noche. El resto de los días, me quedo chateando". Y ¿qué tiene la noche que no tenga el día? "Es un momento de tranquilidad, donde tengo mi espacio propio", confiesa. Y se refiere a la ausencia de su hermano de 15 años, que se va a la cama más temprano.
Alejandro va al segundo año del Polimodal del Colegio San Pablo de Wilde. Y pese al evidente desfasaje de sueño, no hubo repercusiones en la escuela que se traduzcan en materias acumuladas. Pero sí, cansancio y medias faltas: "Me va muy bien en el colegio, pero cada vez que salgo, me duermo en el colectivo", dice. "El problema es que me levanto muerto de sueño, apenas aguanto las primeras horas de clase y llego tarde a la escuela todos los días", continúa. Y dice que el noctambulismo frecuenta el ambiente escolar: "Hay compañeros que se levantan de madrugada para estudiar". Los resultados no son los mismos: "A ellos sí que les va muy mal en el colegio".
II- "Es el momento ideal para estar sola"
Tiene 14 años y duerme a diario dos horas menos de las que su cuerpo necesita.
 "Me acuesto recién a las 12 de la noche porque me quedo en la computadora chateando con mis amigos del colegio o mirando televisión", dice Aldana Fiorentino. Su descanso es demasiado breve si se tiene en cuenta que entre las horas cátedra y las de actividades extraprogramáticas, entra a la escuela a las 8 y la mayor parte de los días sale recién cuando el reloj marca que pasaron las 5 de la tarde.
Y aunque no lo asocia, cumple a rajatabla con una regla: cuantas menos horas de sueño, menor rendimiento escolar. "Matemática, Naturales e Inglés. Esas son las tres materias en las que peor me va. Este trimestre cerré matemática con un seis", confiesa.
¿Qué dicen padres y docentes? "Mi mamá no me reta si me quedo despierta hasta tarde, pero se enoja cuando no me puedo levantar a la mañana. Hay algunos profesores que a veces se enojan porque estamos muy cansados", explica.
Es que de noche, Aldana dice que huye: "Es el momento para estar sola, el rato en el que nadie me molesta, en el que nadie me habla", cuenta. Y aunque no puede evitarlo, sabe que su hábito no es el mejor: "Acostarse tarde y dormir poco no tiene mucho de bueno: al otro día, a uno el cuerpo no rinde, eso se siente."

La edad del búhoDiego Golombek
Lo saben los padres y los maestros: los adolescentes son zombies durante la mañana. Inmediatamente surge la alarma: "claro, cómo van a estar alerta si se acuestan a cualquier hora..." Sí, algo de eso hay, en tanto que la cultura adolescente implica acostarse tarde, sobre todo en los fines de semana. En otros países las investigaciones indican que, al menos, lo que se pierde en la semana se recupera el viernes y el sábado, pero el estudio publicado hoy por Clarín comprueba, sin sorprender demasiado, que nuestros pibes, disco y bailanta mediante, aumentan la deuda de sueño en esos días, volviéndola crónica y potencialmente peligrosa para la salud y para su rendimiento escolar. Sumado a esto, el trabajo muestra una inquietante proporción de roncadores, que denota problemas respiratorios que disminuyen la calidad del sueño.
Es que según los estudios, los adolescentes requieren más de nueve horas de sueño por noche, y una escuela que empiece a las 7, sin dudas, no ayuda. En los casos en que se retrasó el horario de inicio de clases, como en EE.UU. y Brasil, el rendimiento escolar mejoró (aunque, es cierto, el cambio resulta muy complicado para las escuelas). Por si fuera poco, las agujas del reloj biológico tienden a apuntar a horarios más tardíos; en la jerga, se dice que son búhos y que, por lo tanto, su rendimiento mejora hacia el mediodía, alcanzando un pico en horas de la tarde.
Así, puede resultar inútil obligarlos a que se acuesten más temprano: su reloj les va a picar en la cabeza como un pájaro carpintero, no podrán dormir hasta tarde, deberán despertarse tempranísimo y estarán, como buenos adolescentes, monosilábicos y de mal humor. Otros estudios indican que este retraso en el reloj se mantiene hasta los veintipico: el sueño del adolescente eterno (pero esa es otra historia). Napoleón, se dice, dormía poquísimo, para él: "Sólo los tontos y los enfermos" requieren más horas en la cama. Vaya manera de llamarnos a todos nosotros, incluidos a los adolescentes.

ATENTAMENTE KEVIN RUÍZ .

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